mayo 26, 2011

Un poco sobre el amor y el camino al hogar

El camino del hombre es un camino de regreso al hogar. Este mundo y todo lo que vemos no es nada en comparación al lugar al que estamos invitados a ir. C.S Lewis dijo en una de sus citas más conocidas "Si encuentro en mi deseos que nada en esta tierra puede satisfacer, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo", y yo creo que es verdad.  He pensado recientemente sobre esto. Mis deseos y mis atracciones oscilan entre los ruidosos y obsesivos a los que estoy acostumbrada y entre aquellos sutiles que brotan como flores anunciando primavera en tiempos de invierno. Tan válida como pueda llegar a ser la posibilidad (y el propósito) de encontrar amor recíproco en esta tierra, tan corta se queda para llegar a ser el centro de nuestra existencia.Todos en esta tierra buscamos amor, en nuestro propio género, en el otro género, incluso en ambos. Buscamos el amor de un padre, el amor de un hijo, el amor de un amigo.

Ando en esa búsqueda también, pero si algo me han enseñado las experiencias que he tenido en la vida es que nada está garantizado en este mundo. Esta verdad me costó mucho entenderla porque no ví ningún beneficio en ella, es decir, me inclinaba a pensar que nada iría bien para mí. En este momento de mi vida sigo aún con atracciones por el mismo sexo, sigo queriendo encontrar alguien a quién amar y que me ame, y añado una variante, creo haberlo encontrado. En realidad parece que lo encontré hace mucho. Creo que es una oportunidad que me dá Dios para que no limite lo que Él es capaz de hacer. Estoy en el proceso de abrirme a esa posibilidad en mi vida, dejarme amar y conquistar por un hombre. Incluso, en un sentido menos optimista (para que no digan que las mujeres volamos mucho), en el proceso de dejar que un hombre tenga una amistad especial conmigo.

Pero reitero, nada está garantizado en este mundo. 

Por eso me siento impulsada de nuevo a volver a hablar sobre el hogar. Mi identidad y mi camino no pueden estar basados en quién me ama o no. En momentos en los cuales me distancié del hombre que mencioné, por alguna razón, pensé que a todo lo que debía estar guiada entonces era a relacionarme con una mujer. Y lo que aprendí fue lo siguente: Es bueno aprender a amar, y dejarse amar, pero el único amor que no cambiará a lo largo de mi vida sólo será uno, el amor de Dios.

Dios el hogar, Dios padre y madre, Dios abrazo y aceptación, Dios que me conoce mejor que yo. Dios descanso. Dios amor.

Creo que el amor de Dios va más allá de mi confusión y de mi proceso de sanidad. Y aunque la vida siempre me ponga en situaciones al estilo de una Ye de camino, cuando doy pasos hacia ese hogar, me recobro a mí misma y me es más fácil reconocer ese descanso en mi vida diaria, y buscarlo siempre.

Bueno tengo que reconocer que no soy buena hablando del camino hacia el hogar, tal vez sólo pueda mencionar la importancia que tiene para mí en cuanto a sentido, plenitud y motivo de vida. Transito ese camino dolorosamente, pero cada día me convenzo más que es el único camino cierto para mí. Donde puedo dar y recibir amor sin temores. Donde puedo encontrar respuestas. Donde aunque no las encuentre todavía, no me sienta perdida, ni olvidada, ni abandonada. El lugar que encaja perfecto con mi corazón y con mi ser.

¿Y bueno, dónde está ese lugar? - En el corazón. Allí fue donde siempre Dios pretendió estar, y está, sólo que nos espera a los extraviados y distraídos, a los ocupados y confusos, a los temerosos y angustiados, a los sedientos de amar. A los que a final de cuentas terminamos viajando al centro del corazón de Dios.

mayo 18, 2011

Dios sabe cuando fallamos, antes.

Nosotros los cristianos solemos hablar mucho de las promesas de Dios, de que Dios me prometió esto y aquéllo, que Dios va a hacer esto conmigo.. etc., y, aunque está bien enfocarnos en la bendición que se obtiene a través de lo mucho que Él nos promete, creo que a veces perdemos el enfoque de otra parte del uso de las escrituras: la advertencia. Lo digo porque en nuestros devocionales (lectura diaria de la Biblia) por lo general resaltamos aquello positivo, pero no lo negativo, como la única muestra del amor de Dios.

Quiero explicarlo con una advertencia que me hizo hace mucho tiempo (quisiera recordar la fecha exacta, pero soy pésima para eso) y cuando la leí sentí que iba directo para mí, aunque no la entendí:

La negación de Pedro
"Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos." Lc 22:31-32

Creo que en el tiempo en que leí esa advertencia, actué como Pedro "No yo jamás te negaré" "No yo jamás perderé la fe". No sabía entonces cuánto necesitaría de esa oración de mi Señor para no abandonar el camino, no abandonarlo a Él.

Luego de esto vino un tiempo muy difícil para mí, tuve una visión (que mencioné en un post anterior) que me desequilibró muchísimo, haciéndome creer que Jesús nunca estuvo allí ayudándome (con posteriores secuelas). Posteriormente descubrí cosas a nivel familiar que me hicieron caer en la decepción, una tras otra. Una enfermedad y muchos cambios seguidos. En fin... zarandeadas de parte del enemigo que alimentaron en mí un miedo muy particular a relacionarme con Dios y a confiar de nuevo. Frustración por sentir la incapacidad de cambiarme para hacer las cosas que quería hacer a nivel ministerial, para tener una pareja, para ser un poco "normal".

Pero ahora que he tenido tiempo para reflexionarlo, si fue un ataque a mi fe. Como Pedro, me calentaba en el fuego a la distancia, veía al Señor asumiendo el camino de la Cruz. Nunca lo solté, pero sabía en mi corazón que no era igual que antes: La pasión en adorarle en secreto, el anhelo de Su presencia, el desear verlo,el correr a Su encuentro, etc.

¡Cuán grande es la sabiduría de Dios! Como con Job, oró por Pedro, aunque el enemigo hubiese reclamado sus vidas para hacerles daño, con el fin de demostrar que sólo estaban con Dios por Su bendición. Como con ellos, Jesús oró por mí, ora por mí, para que no pierda la fe.

Confieso que me duele darme cuenta de esta verdad, y de muchas que me sigue revelando, de las heridas sin bautizar, de todo el rencor que me he tragado y que ando arrastrando. Sin embargo, sé que algo ha cambiado: creo que el dolor es a raíz de que son verdades que Él quiere revelarme, a fin de que sea libre. "La verdad os hará libres", dijo. Con dolores, con advertencias, con aún lo que Él sabe que va a pasar. Su oración frente a esas advertencias y esas pruebas es también una muestra de Su amor.

Hoy luego de unos años vuelvo a leer este versículo y, luego de que poco a poco he empezado a salir de esa oscuridad del alma, agradezco infinitamente que Él haya estado allí, orando por mí. Sólo que ahora quiero hacer lo que sea necesario para que mi fe resurja, y pueda completar el versículo: Fortalecer a mis hermanos. Al que me lee, al que no. Al que aún no conozco, Al de la calle o al amigo de siempre. A quién quiera me permita Dios encontrar.

mayo 11, 2011

Enfrentando conflictos I

Es un tiempo nuevo para mí. Siento que repentinamente todo me impulsa a salir de mi mirada obsesiva hacia dentro y me lleva a enfrentarme a todo lo que hay en mí y fuera de mí. Sé que cuando cometo un error o varios errores de los mismos, dejo que se acumulen como tierra para una avalancha, avalancha que se vuelve una marejada emocional de comportamientos viejos, que me revela aún cuánto falta por hacer en mí.

No se puede enfrentar un conflicto atendiendo mil voces, urgencias, reclamos y ocupaciones. Y me pregunto entonces cuantas cosas hay sin resolver en mi vida, porque no soporto la quietud y el silencio. Incluso una oración en la que se escuchan sólo mis reclamos, fallas, peticiones y lamentos, no logra hacer mucho. Es preciso soltarse, y dejar que el conflicto real del corazón salga a flote.

Creo entonces que la sanidad tiene mucho que ver con recibir. Digo esto porque a menudo oro, renuncio, ato y desato y pasa poco, porque pretendo que en comunidad se logre lo que temo hacer sola: Ir a mi interior, en la soledad, y esperar a que Jesús esté allí, ayudándome. Temo a que me abandone, temo a que se distorsione de nuevo Su imagen, temo a que haya silencio frente a cuadros que he preferido no recordar.  Temor puede ser entonces un impedimento para abrir los brazos y recibir auxilio.

¿Te ha pasado?  Supongo que sí. Supongo que has tenido áreas de tu vida que has dejado sin resolver como algunas reparaciones de la casa: porque al tomar la decisión de arreglarlas, se ve por encima que van a ser de nunca acabar. Goteras, fallas eléctricas, plagas, etc. Quizá siempre necesitemos ayuda de un experto, que termine de una vez con aquello que no hemos podido, que nos derriba una y otra vez. Un experto que siempre quiera volver a ayudarnos, sin importar que tengamos el agua al cuello. Me lo imagino y creo que lo único que espera de nosotros es que reconozcamos dónde están las fallas y que estemos dispuestos a ir allí para repararlas, para sellarlas por fin. No somos nosotros los que reparamos, sólo señalamos el lugar de la avería y así el conflicto empieza a encontrar salida. Podemos funcionar mejor.

Bueno, estoy en esas ahora. Aún tengo pensamientos desoladores, y aunque la tentación esté apaciguada por ahora, sé que permanece ahí. Pero ahora sé que es preciso cavar primero, ir a donde no quiero ir, para que lo que quiero se materialice.

mayo 01, 2011

¡Saca de mi lo que tengas que sacar!

David Wilkerson, el conocido predicador que trabajó y se sumergió en el mundo de drogadicción y pandillas de Nueva York con el fin de ayudarlo, murió esta semana. Me he sentido en estos días atraída e inspirada por las vidas de obreros del Evangelio que atienden al clamor que sale de su pecho, a la voz de Cristo poniendo esa tristeza por los perdidos en el corazón.


Quiero transcribir uno de los últimos devocionales que Wilkerson escribió primero, porque sabiendo de dónde viene puedo recurrir a su experiencia con tantos y tantas personas quebradas en distintas áreas de sus vidas, segundo, porque habiendo descansado de la lucha en diferentes áreas de mi vida por un tiempo, me había olvidado de todo lo que aún estaba allí, de todo lo que Dios quiere tratar en mí...¡hasta que ayer lo recordé!

Bueno aquí va:

SOMOS PROBADOS POR NUESTRAS CAÍDAS Y FRACASOS

Con esto no quiero decir que los cristianos que caen en viejos pecados y regresan al mundo están siendo probados. No, más bien hablo sobre aquellos creyentes que enfrentan un naufragio en su fe.

Pedro advirtió: "Cuidado, no sea también vosotros, siendo arrastrados por el error de los malvados, caigáis de vuestra firmeza" (2 Pedro 3:17). Pedro está alertando a los creyentes que están creciendo en santidad y quienes están dispuestos a seguir al Señor.

Algunos de ustedes pudieron haber sufrido una caída a pesar de todo el progreso que habían hecho con el Señor. Si le preguntara qué causó su caída, usted podría responder: “Hermano David, fue un ataque de ira. Fui provocado por mi propia familia y estallé. No lo puedo entender. Pensé que me estaba convirtiendo en una persona un poco más dulce, un poco más como Jesús. Pero alguien apretó el botón equivocado y perdí”. Usted puede decir: "Yo soy humano. ¿Cuánto se supone que debo aguantar?"

No importa que usted haya sido provocado o incluso que usted haya tenido la razón en esa riña. La provocación simplemente demostró que usted necesita liberación. La Escritura dice: "Toda amargura, cólera, ira, gritería [pelea], y maledicencia sea quitada de vosotros, y todo [rencor] maldad" (Efesios 4:31).
Dios va a continuar probándole hasta que usted diga: "Tengo un espíritu en mí que va a lograrlo." Usted no verá un crecimiento en Cristo y paz en el hogar o en el trabajo, hasta que pueda decir: "Señor, tienes toda la razón, ¡saca de mi lo que tengas que sacar!"
Si usted está siendo probado en esta área o en cualquier otra según su situación, usted puede estar pensando: "Me siento tan indigno. ¿Cuánto terreno he perdido? ¿Todavía me ama El Señor?"

Amado santo, si realmente se ha arrepentido, usted no ha perdido absolutamente ningún terreno. Dios pone sus brazos amorosos a su alrededor y dice: "Yo permití que esto pasara para que veas lo que hay en tu corazón. Pero has avanzado. Has dicho que quieres caminar conmigo, y yo te estoy enseñando. Sé lo que hay dentro de ti y permitiré que seas provocado hasta que te deshagas de todo esto."
¿Está usted siendo probado? Si es así, simplemente ore: "Señor, has puesto el dedo dentro de mi en algunas áreas, saca todo esto de mi corazón ¡Fortaléceme Señor para que no dé pasos hacia atrás sino que vaya contigo hacia adelante!