octubre 08, 2009

Entrada de diario, a través de la web, para su receptor en el reino de los cielos.

Han pasado tantas cosas en este año que ya está por terminar que a veces es imposible caer en cuenta de todas las cosas que El Señor ha permitido. Pienso que a veces me preocupo tanto por mi propia actitud y me encierro en la misma herida, la misma raspadura... el mismo chichón, que pierdo por completo el enfoque divino del amor.

Señor, yo sé que ésto lo lees sólo tú, por ahora. Y me parece bien, porque es para tí mi agradecimiento. Lo mando por medio de un blog sólo porque siento que sale de un lugar y se va a otro, y puedo soñar que en tu computador del cielo lo lees y sonríes. O sonríes y piensas... no sé que piensas... me gustaría saberlo.

Gracias Jesús porque has traido tanta sanidad a mi vida... me has mostrado que me amas y me aceptas, aún con mis achaques, mis mañas, mi aparente descuido de la relación entre tu y yo. Déjame decirte que no te he olvidado, y que aunque la tormenta emocional sea fuerte y bastante parecida a algo real, aún puedo ver tus pinturas en el cielo, aún puedo percibir tus lecciones plasmadas en las vidas de la gente. Aún, puedo percibir una gota, de lo grande que es Tu amor.

He observado mucho a mi papá, y él tiene mucha razón en la genética de nosotros, nuestra forma de comportarnos y de actuar... es real y cierto. Puedo ver que él se equivoca, pero está tan seguro de tu amor... tan seguro de que está contigo (o más bien, que Tú estás con él).. y eso me sorprende... aprendo mucho con sólo observar.

Déjame aprender de nuevo. Creí aprenderlo todo, pero en verdad hasta ahora comienza la verdadera aventura de tus lecciones, de las lecciones del corazón.

Mientras este proceso pasa, no permitas que se apague el amor, sino que por el contrario, lo verdadero y lo real salga a flote y se encienda aún más que antes.

Déjame despedirme con estas sencillas pero poderosas palabras: Te amo.

De corazón lo hago, y me hace llorar, aviva mi corazón por dentro.

Gracias... nuevamente.