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abril 20, 2013

¿Tengo derecho?

Estos días en mi país hay debates de un lado y del otro respecto al matrimonio homosexual. La comunidad LGBTI ha estado pasando el proyecto para exigir el derecho al matrimonio pero hasta el momento no lo han conseguido. Marchas van y marchas vienen, de gays y de las iglesias que defienden a la familia.

De mi parte hay silencio en las redes sociales al respecto. Creo sinceramente que la familia está compuesta por un hombre y una mujer, y es el diseño original. Sin embargo, no creo que las imágenes que como iglesia compartimos, ayuden a generar ese puente para que la comunidad LGBTI se acerque a escuchar nuestro punto de vista. Esta imagen, resume lo que creo que es el mensaje que siente el homosexual al ver tantas marchas cargadas de odio y de rechazo:

Lo sé porque yo misma he luchado con ese tipo de pensamientos, no por quien Dios es, sino por lo que sus portavoces muestran de Él. Por supuesto, tenemos que ir contracorriente y orar y hacer lo necesario para hablar a favor de la verdad, pero no podemos olvidar que en verdad Dios nos ama, tal cual somos, por encima de esas cosas que queremos y aún por encima de esos derechos que exigimos.

Y ahí es donde debería estar el meollo del asunto. Los derechos. Creo que cuando Eva y Adán probaron el fruto del bien y del mal en el huerto del Edén y abrieron sus ojos con capacidad de juzgar todo, se expusieron a lo que Dios sabía no podrían manejar: establecer sus derechos. Cuántas cosas exigimos como derecho que no nos hacen bien, cuantas veces nuestro deseo nos hace infringir normas por exigir nuestro derecho a elegir? ¿Nos ha beneficiado ese tipo de decisiones?.

En Estados Unidos los homosexuales (que ya tienen el derecho al matrimonio), están exigiendo ahora el derecho al divorcio. Cuando obtuvieron lo que quisieron, para igualar a las parejas heterosexuales, se dieron cuenta que su derecho no era su beneficio y que lo que tanto anhelaron se terminó volviendo contra ellos.

¿Acaso no pasa esto entre los heterosexuales también? me imagino que se preguntará quien lea esto. Sí, por supuesto, pasa y más a menudo de lo que debería ser. De nuevo son los derechos que exigimos y nuestras necesidades insatisfechas lo que nos hace reclamar una y otra vez que se haga de acuerdo a nuestro punto de vista.

En definitiva, no sabemos lo que queremos y lo que creemos que queremos, no es lo que nos hará bien, pero aún así lo exigimos. Queremos formar una familia de acuerdo a un diseño lejano al original y que por esto, está lejos de funcionar bien en el tiempo. Y esto no es por maldad de Dios ni por rechazo, es porque Él ya lo había dispuesto así.

Pienso en las veces que he hecho lo que he querido pero sigo sintiendo que aunque me salí con la mía, no soy feliz. Recuerdo cuando estaba enamorada de una chica y pensaba que el amor duraría por siempre... hasta cuando me dí cuenta que su necesidad de afecto jamás la podría llenar yo, ya que yo misma estaba necesitada... y el tiempo pronto diría que había llegado el fín. Pienso muy seguido en los rostros y las personas por las cuales me he sentido atraída, y como el flash de los acontecimientos mostró la temporalidad de los sentimientos... pienso ahora en el final de la película actual y lo triste que sería exigir un derecho por algo que no trascenderá. No lo hará.

Cuando me volví a Dios y me dí cuenta de lo grande e incondicional de Su amor por mí, del conocimiento de mis afectos y mis luchas... me dí cuenta también de que quería traerme de vuelta del lugar de mis exigencias, a la satisfacción duradera que Él promete. Parece aburrido cuando dice que obedezcamos sus mandamientos y estatutos para que nos vaya bien y prosperemos. Parece tonto creer que lo que Dios piensa me hará feliz, pero he podido ver que es así. Y verlo no fue fruto de la ley que llamaba al acto abominable, sino fue el fruto de la convicción que trajo a mi vida el Espíritu Santo, fue el fruto de haber sido recibida en el hogar. Entonces quise probar la manera de Dios, y resultó ser el comienzo de quitar capas y capas de independencia para experimentar la verdadera llenura y la esperanza de una felicidad duradera, la cual no puede ser robada.

No sé como sea el desenlace de esto que se lucha en mi país actualmente, aunque quizá lo más probable es que lo obtengan, que se casen, que quieran divorciarse, que deseen adoptar y luego deseen acabar con la familia, que los niños pierdan un modelo... pero más que eso, que su amor se enfríe y cuando hayan obtenido todo lo que quisieron, vean ya muy tarde que realmente nada de lo que desearon , obtuvieron.

Mi voz para estos tiempos en mi país diría algo así: Entrega tus derechos y recuperarás la vida que perdiste exigiéndolos. El que te creó sabe lo que te conviene, pues ve mejor que tú, y sabe lo que necesitas en realidad: A Él mismo. A nadie más.

Como dijo Jesús:

Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás; pero si entregas tu vida por mi causa y por causa de la Buena Noticia, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero te pierdes a ti mismo?  ¿Hay algo que valga más que tú mismo? - Marcos 8:35-37 (NTV)

diciembre 30, 2011

Retrospectiva


Miro este año que mañana se acaba y no sé que decir. Fue uno de los años más duros que he vivido y a pesar de eso veo que Dios en realidad tuvo misericordia.

Yo he dejado de creer en las resoluciones de nuevo año, de esos cronogramas estilo microsoft project con metas, objetivos, y fechas... tal vez porque mi temperamento no se adapta a ese tipo de esquemas, o porque en realidad no he podido llevar a cabo todo al pie de la letra. Este año no lo planeé en lo absoluto, y sin embargo, a mediados de febrero todo lo que sentí venir era algo extraño. Dios anticipó el golpe con un "Llegaremos a la otra orilla" y no más. Eso era todo lo que tenía para sostenerme. Jamás pensé que sería tan difícil.

Este fin de año no tuve más sorpresas familiares, de esas que siempre venían a sacudirme, tal vez porque lo que no sabía ya me lo imaginaba, o porque el perdón si hizo su efecto en algunas áreas... pero si tuve cargas que llevar y cosas que hacer que estaban totalmente fuera de mis planes.

He llorado en silencio, he gritado de angustia, he querido desaparecer y dejarle la carga a alguien más.... he reventado por la presión, he perdido la paciencia...y la he tenido que volver a tomar. No pienso que sea ajeno a lo que a los demás les pasa. Aunque si hubiese una palabra clave que estuvo en mis labios este año fue: Cansancio.

Cansada de las circunstancias, cansada y desanimada para seguir empujando la roca, cansada de las decepciones, cansada del débil y mediocre amor humano que pareciera que siempre hay que perseguir. Cansada de mí, de no lograr encontrarme en nada, de no saber qué hacer conmigo, muy muy cansada...

Aprendí a sobrevivir con poco, a alimentarme de las palabras de Dios que ya sabía, a hablarme de Su amor y misericordia, aunque en el fondo lo que más quería era saber que LO HABÍA HECHO BIEN.  A pesar de todo.

En estos momentos no tengo fuerza y ánimos para ver más allá, para envisionar un año diferente, lleno de cosas buenas para mí. Y no sé si pasará como cuando hacía ejercicios de artes marciales, me decía mi instructor que lo elemental y rutinario de los mismos golpes, finalmente se vería demostrado en fuerza, algo de todo esto que ha pasado desde hace 4 años, empiece a evidenciarse en una fe transformada y una devoción madura. Supongo que aún me faltará reposar sobre los hombros de mi Dios y ser niña, confiar en que vendrán recompensas y oportunidades nuevas.  Lo que más necesitaré es OIR Su voz.


Finalmente tengo que terminar con agradecimiento. Creo que estamos como familia llegando a la otra orilla, creo que aunque yo no lo veo, llegaré también. Dios sostuvo mi casa y resistimos la tormenta. Sé que Él tuvo que despojarme de mi egoísmo, mi orgullo y de todo lo cual dependía, para darme cuenta que al final sólo es Él lo que cuenta. 

Que seas bendecido en el año que comienza y que lo que venga sea lo que sea, sea con Dios al mando, que sea siempre tu timón, tu vela, tu capitán, tu viento y tu esperanza.


diciembre 03, 2011

Recuerdos, mariposas, y otros dolores crónicos


Hoy vi una película que hacía mucho tiempo no veía, “El efecto mariposa” la cual trata de un joven que tiene una enfermedad en el cerebro que no le permite recordar algunos eventos de su vida. A este joven, el psiquiatra le recomienda llevar un diario de lo que va pasando cada día para que ejercite su memoria. Durante su infancia ocurrieron una serie de sucesos traumáticos para él, y para sus amigos.  El padre de dos de sus amigos los grabó en una película pornográfica, ellos estallaron un buzón de correo matando a una bebé, uno de los niños (traumatizado por la depravación de su padre) siente celos del protagonista que se besa con la hermana de él y lo amenaza con quemar a su perro, lo cual termina haciendo.  Cuando este joven crece y está en la universidad, leyendo por accidente sus diarios, se devuelve en el tiempo a los hechos que sucedieron en su infancia y logra recordar lo que en su momento no pudo.  Va de nuevo a su barrio de la infancia y busca a sus amigos para constatar que lo que vio en su mente fue cierto y los encuentra totalmente transformados. Uno en un antisocial, obsesivo muchacho construyendo aviones miniatura y la muchacha como mesera olvidando su realidad.  Él intenta que ella le diga lo que sucedió, haciendo que ella luego de su visita desentierre esas memorias trágicas de su infancia con lo que se suicida. El dolor que le provoca la noticia al protagonista hace que quiera acceder a esos recuerdos para modificarlos. 

Desde ese punto para mí, la película empieza a hacerse interesante. El joven intenta cada vez que lee esos diarios de modificar los sucesos de su infancia: Corrigiendo al depravado padre de sus amigos, entregándole un pedazo de lata al otro amigo para que libere al perro, advirtiendo a la mamá de la bebé que se alejara del buzón donde estaba el cohete, etc.  Pero cada vez que lo hace resulta peor. Ayuda a un amigo y otro pierde el control, se sana una vida pero otra en su amargura regresa para destrozarles la vida, todos quedan bien, pero el queda inválido, etc. 

Para no terminar de relatar la película (que aunque no lo creas no es la motivación), me limito a decir que me deja una gran reflexión personal.  En mi trayecto de sanidad, he encontrado tantas trabas, que siento que de alguna manera para evitar más dolor, he reprimido algunos recuerdos traumáticos y he puesto una barrera inconsciente para acceder a ellos.  No pienso que lo que voy a escribir sea una teoría o algo, no soy psicóloga ni nada por el estilo, pero me atrevo a pensar que debe haber ciertas cosas de nuestro pasado que bloquean nuestro crecimiento y a las cuales aún no podemos acceder, que es preciso que encontremos la manera de sanar, aunque sin convertirlas en una obsesión.  Como cristiana, ya con cierta experiencia en procesos de sanidad interior, consejerías, ministraciones, y sesiones de psicología, casi que puedo diagnosticar a los personajes de la película y porqué llegaron a ser así: dementes, prostitutas, antisociales, etc.  Y es inevitable para mí pensar que si yo tuviera la posibilidad de acceder a esos recuerdos  que me producen esos traumas que ahora tengo en mi personalidad, mi relacionamiento con hombres y mujeres, mi identidad, entre otros, tal vez las cosas serían más fáciles.
Pero también la experiencia, el tiempo, y la frustración de no lograrlo aún, me han enseñado cosas.  La primera, la más obvia, que mi sanidad no debe ser la prioridad en mi vida por encima de mi meta de seguir a Jesús y vivir por Su reino.  La segunda, que por más que yo quisiese cambiar mis recuerdos, o que tal o cual persona me pidiera perdón por lo que me hizo, nada cambiaría. Los recuerdos siguen estando allí, y el pasado (aunque muchas películas nos quieran hacer soñar con eso) no se puede modificar.  La tercera,  que debemos tener presente, que la única manera de romper con la atadura que deja un trauma en nuestra vida, es por medio del perdón,  debemos ir allí, con Jesús, y perdonar ese cuadro, escena, situación que nos violentó.  No hay otra manera, por nosotros mismos no lograremos nada,  y como le pasó al personaje, no haremos sino que las cosas se pongan peores, con venganza, amargura, rencor, etc. 

Mi asunto aquí es la carga emocional, espiritual y mental que produce el acceder a esos lugares de mi memoria.  Ya sé que no debo hacer de eso una obsesión, y que la frustración que me genera no ver resultados en ministraciones en la iglesia me hace pensar que es algo que primero debo resolver a solas con Dios. Algo en específico.  Esa evasión al dolor y a la frustración es lo que me ha producido de alguna manera cierto escepticismo y bloqueos en la fe. Me ha producido estancamiento.  Siento que si quiero respuestas, si quiero salir de esta cárcel, debo empezar por entregarle esos lugares, recuerdos, y situaciones a Dios. Entregárselos de verdad. Debo pedirle que me ayude a tener la seguridad en sus promesas de protección, cuidado y libertad. Debo ir aunque todo al principio sean tinieblas, provocaciones, distorsiones, etc.  Debo recordar la provisión de luz y voz.  Debo recordar quién murió para darle paz a mi mente y a mi corazón (Filipenses 4:7).  Que Él anhela verme libre.