septiembre 19, 2009

Descubrimientos alentadores

A veces no me dedico a escribir... me gusta mucho leer lo que otros escriben, porque eso me permite comprender que todos tenemos nuestros propios conflictos, contradicciones, marcas y luchas.

Hoy encontré cosas muy interesantes, sobre todo de mi propia lucha personal. Tan clara, tan inclusive para estos días de mi vida que me costó despegarme de su lectura. No quiero entrar en detalles de qué es o qué leí, tal vez porque aún no me siento preparada para ello. Sin embargo es tan refrescante saber que otras personas han pasado años y años de luchas y siguen a tu lado, Dios. Es como ese matrimonio que siempre quise ver en casa y se escapó de mi infancia y mis recuerdos. Es ese matrimonio que persevera en la paciencia y en el amor.

Señor, sólo tu sabes por lo que estoy pasando, y como lo pude ver en tu palabra esta mañana, estás ahí placidamente dormido, y sólo puedo imaginarte sonreír confiado ante las tormentas que como tu amada, deberé soportar, porque me harás tan dependiente de tí que ya nada más importará, ya nada más permanecerá tanto tiempo en mi alma como tu has permanecido.

Te adoro y agradezco que hayas extendido tu misericordia hacía mí... bendita sea tu fidelidad, que pelea en nuestras guerras y atraviesa nuestras tormentas.

Eres.... ÚNICO.

septiembre 14, 2009

Ese extraño sentimiento

De nuevo aquí. Mil cosas pasan por mi cabeza, y no sé como darles orden, o más bien, no sé si quiero dárselo. Me pregunto por qué hay veces que parece que no le hallas sentido a las cosas, a lo que escuchas de otros, a lo que ves, a lo que pasa alrededor, y de repente te atrapa esa sensación de desánimo que nació en la tristeza de no saber si hay esperanzas de seguir caminando.

Hace bastante rato he querido encontrar en qué punto del camino mi amor por Dios cambió. No sé si se le puede comparar, pero a veces es como el helado que tanto te gustaba antes así sencillo (un sabor, una salsa, de brownie para variar) y de repente te gusta ponerle crema batida, cerezas, gomitas, chips de chocolate, más salsas... etc. Finalmente el bendito helado te sabe a todo menos a helado, o bueno al sabor inicial que habías querido experimentar. Me pasa ahora así, siento que pruebo de todo, la oración en la iglesia, la oración en el secreto, poner las canciones que me gustan, salir a caminar al parque... pruebo de todo, y siento que no puedo, que me pierdo y no encuentro a Dios.

Y es una sensación bastante fea. Me siento tan saturada de conceptos: de la iglesia, de amigos, de autores cristianos, del líder... etc. Y parece como si fuera la gordita espiritual que con toda clase de dietas y artilugios quiere adelgazar, o en este caso, encontrar la solución para acercarse de nuevo a Dios, de la forma original, tal como le conoció.

En estos momentos recuerdo a la mujer del flujo de sangre. Se le menciona como una mujer de mucha fe, pero en este caso quiero imaginarla como una mujer creativa, que vió más allá de lo que se suponía debía hacerse para obtener un milagro. Creyó de todo corazón que con tocar la túnica del Señor sería sana aún cuando nada en la ley mostrara que ese era el protocolo, ni la forma, pero lo hizo, y el Señor respondió.

Quiero pensar en estos momentos que aún me queda creatividad para acercarme a Él a mi manera, que si dejo de esforzarme tanto por hacer y planear mil cosas para el encuentro perfecto, simplemente dejo que pase con lo que tengo en mis manos, pasará, porque en medio de tanta lucha y tanto cansancio, sólo el amor de Dios podrá levantarme y hacerme entrar en razón, o en verdad, mejor.

Dios quiera así pase. No quiero dejarlo tanto tiempo esperando.