enero 20, 2013

Ir.


Sí eso que escuché hoy tiene todo el sentido del mundo. Es preciso invitar a Jesús a esos cuadros viejos que han querido estar más que permanentes en mi vida, oscuridad y dolor, y hacerlo parte de ellos. Con Él no puedo fingir, y en mi religiosidad pensé que no era bueno quejarme o que lo mejor era seguir intentando chapotear en mis esfuerzos por arreglarlo todo, o mejor aún.... evitar la tensión de estar sentada al lado de Dios y no poderle decir todo lo que llevo dentro...

La primera conexión y el primer punto de partida si quiero ver cosas diferentes para mi vida en este año es abrirme por completo a Jesús, al Jesús humano que comprende el dolor y puede y quiere llorar conmigo. Al Jesús divino que puede transformarlo todo.

No pueden haber sueños allí adelante cuando la neblina de lo no dicho y del dolor resignado permanecen.

No sé que encontraré al siguiente paso, pero sé que debo darlo. No quiero más de lo mismo. Anhelo la Luz de Sus ojos, y la vida que sólo El puede dar. Y todo empieza con una palabra. Ir.

Ir es una palabra pequeña pero que implica una acción. Salir del estancamiento de las palabras y los silencios vacíos. Ir fue la primera instrucción que recibió Abraham cuando Dios le dijo que saliera de su tierra (la tierra cómoda y conocida) a un lugar desconocido para él. Ir es poner un pie delante del otro y andar. Acción más que palabras. Encuentro verdadero y resolución de angustias imaginarias. Todo puede pasar, pero creo que vale la pena vivirlo, al menos es mejor que estarse sentado en el mismo sitio esperando que alguna magia del destino haga que las cosas cambien.  Ir es el mejor paso para planear sobre un lienzo diferente, soñar y ver  ¡por fin ver! todo eso que ha estado allí esperándome.