Hoy vi una película que hacía mucho tiempo no veía, “El
efecto mariposa” la cual trata de un joven que tiene una enfermedad en el
cerebro que no le permite recordar algunos eventos de su vida. A este joven, el
psiquiatra le recomienda llevar un diario de lo que va pasando cada día para
que ejercite su memoria. Durante su infancia ocurrieron una serie de sucesos
traumáticos para él, y para sus amigos.
El padre de dos de sus amigos los grabó en una película pornográfica,
ellos estallaron un buzón de correo matando a una bebé, uno de los niños
(traumatizado por la depravación de su padre) siente celos del protagonista que
se besa con la hermana de él y lo amenaza con quemar a su perro, lo cual
termina haciendo. Cuando este joven
crece y está en la universidad, leyendo por accidente sus diarios, se devuelve
en el tiempo a los hechos que sucedieron en su infancia y logra recordar lo que
en su momento no pudo. Va de nuevo a su
barrio de la infancia y busca a sus amigos para constatar que lo que vio en su
mente fue cierto y los encuentra totalmente transformados. Uno en un
antisocial, obsesivo muchacho construyendo aviones miniatura y la muchacha como
mesera olvidando su realidad. Él intenta
que ella le diga lo que sucedió, haciendo que ella luego de su visita
desentierre esas memorias trágicas de su infancia con lo que se suicida. El
dolor que le provoca la noticia al protagonista hace que quiera acceder a esos
recuerdos para modificarlos.
Desde ese punto para mí, la película empieza a hacerse
interesante. El joven intenta cada vez que lee esos diarios de modificar los
sucesos de su infancia: Corrigiendo al depravado padre de sus amigos,
entregándole un pedazo de lata al otro amigo para que libere al perro,
advirtiendo a la mamá de la bebé que se alejara del buzón donde estaba el
cohete, etc. Pero cada vez que lo hace
resulta peor. Ayuda a un amigo y otro pierde el control, se sana una vida pero
otra en su amargura regresa para destrozarles la vida, todos quedan bien, pero
el queda inválido, etc.
Para no terminar de relatar la película (que aunque no lo
creas no es la motivación), me limito a decir que me deja una gran reflexión
personal. En mi trayecto de sanidad, he
encontrado tantas trabas, que siento que de alguna manera para evitar más
dolor, he reprimido algunos recuerdos traumáticos y he puesto una barrera
inconsciente para acceder a ellos. No
pienso que lo que voy a escribir sea una teoría o algo, no soy psicóloga ni
nada por el estilo, pero me atrevo a pensar que debe haber ciertas cosas de
nuestro pasado que bloquean nuestro crecimiento y a las cuales aún no podemos
acceder, que es preciso que encontremos la manera de sanar, aunque sin
convertirlas en una obsesión. Como
cristiana, ya con cierta experiencia en procesos de sanidad interior,
consejerías, ministraciones, y sesiones de psicología, casi que puedo
diagnosticar a los personajes de la película y porqué llegaron a ser así:
dementes, prostitutas, antisociales, etc.
Y es inevitable para mí pensar que si yo tuviera la posibilidad de
acceder a esos recuerdos que me producen
esos traumas que ahora tengo en mi personalidad, mi relacionamiento con hombres
y mujeres, mi identidad, entre otros, tal vez las cosas serían más
fáciles.
Pero también la experiencia, el tiempo, y la frustración de
no lograrlo aún, me han enseñado cosas.
La primera, la más obvia, que mi sanidad no debe ser la prioridad en mi
vida por encima de mi meta de seguir a Jesús y vivir por Su reino. La segunda, que por más que yo quisiese cambiar
mis recuerdos, o que tal o cual persona me pidiera perdón por lo que me hizo,
nada cambiaría. Los recuerdos siguen estando allí, y el pasado (aunque muchas
películas nos quieran hacer soñar con eso) no se puede modificar. La tercera,
que debemos tener presente, que la única manera de romper con la atadura
que deja un trauma en nuestra vida, es por medio del perdón, debemos ir allí, con Jesús, y perdonar ese
cuadro, escena, situación que nos violentó.
No hay otra manera, por nosotros mismos no lograremos nada, y como le pasó al personaje, no haremos sino
que las cosas se pongan peores, con venganza, amargura, rencor, etc.
Mi asunto aquí es la carga emocional, espiritual y mental
que produce el acceder a esos lugares de mi memoria.
Ya sé que no debo hacer de eso una obsesión, y que la frustración que me
genera no ver resultados en ministraciones en la iglesia me hace pensar que es
algo que primero debo resolver a solas con Dios. Algo en específico. Esa evasión al dolor y a la frustración es lo
que me ha producido de alguna manera cierto escepticismo y bloqueos en la fe.
Me ha producido estancamiento. Siento
que si quiero respuestas, si quiero salir de esta cárcel, debo empezar por
entregarle esos lugares, recuerdos, y situaciones a Dios. Entregárselos de verdad. Debo pedirle que me ayude a tener la
seguridad en sus promesas de protección, cuidado y libertad. Debo ir aunque
todo al principio sean tinieblas, provocaciones, distorsiones, etc. Debo recordar la provisión de luz y voz. Debo recordar quién murió para darle paz a mi
mente y a mi corazón (Filipenses 4:7). Que Él anhela verme libre.
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