enero 12, 2011

Camino y encuentros parte II

La búsqueda del alma humana no puede desligarse de la búsqueda del espíritu hacia el regreso al hogar. Ahora que ya he sido tocada por el Espíritu mi búsqueda no es como antes, antes buscaba llenura, buscaba satisfacción más allá de toda expresión humana, y la encontré.

Luego de encontrarla, se abrió en mí una profunda necesidad de encontrarme a mí misma. La revelación de Dios muchas veces no sacia, sólo hace que se disparen más dudas y cuestiones. En lo personal, Dios se ha revelado como un Dios que sufre, que tiene grandes y profundas heridas, que me revela su propio dolor por mí, y no he podido entenderle, tal vez es una parte más de esa sensacion de no ser normal, de pertenecer al lado marginal.

Experimentar dolor en carne propia, dolor de ausencia, dolor de lo incomprensible del pasado y del presente, me ha hecho de alguna manera entender la división que hay en mí. No me acepto del todo, y ciertamente, no acepto la forma en que el mundo espiritual a veces se me revela. No acepto la anormalidad de mis crisis y mis quebrantos y eso no ayuda a la hora de querer llegar a alguna parte.

El año pasado me cansé de correr como loca a hacer ciertas cosas en lo externo que me dieran la sensación de sanidad que por dentro sabía que no estaba presente. Me harté y me desanimé muchísimo respecto a mi progreso espiritual, y al hecho de que muchas cosas seguían viniendo sobre mi vida sin desearlas y sin llamarlas.

La tentación y la incomprensión de lo que pasaba en esos momentos, marcó el inicio de una búsqueda diferente, la búsqueda del alma que no se comprende, que se piensa sola, que sufre y encuentra difícil hallar una salida. Esa búsqueda estuvo marcada por lecturas, estudio, entre otras cosas. Descubrí autores de la vida espiritual que fuera de darme certezas compartían de algun modo mis dudas, mis momentos de incertidumbre, y podían llegar a indicar un camino, el camino de regreso al hogar.

Pienso ahora que supuestamente, planeo una "visión" para este año, que lo que más quiero es tener claro hacia donde quiero ir, el riesgo implicará para mí una cercanía verdadera con Dios, una cercanía marcada por el abandono del miedo y del hallar razones, para caminar más y más profundo hacia el centro, hacia ese lugar al que temo llegar y que es el único que puede darme descanso y paz. La Casa de Su Amor.

Como dije al principio, las dos búsquedas de alguna manera tienen que llegar a ser una sola. El alma sola se puede perder en un mar de emocionalismo y existencialismo que jamás vaya a algún lugar. El Espíritu solo, podría desatender toda la cuestión y la búsqueda legítima del ser humano, aunque debo reconocer que el Espíritu es el mejor guía. Sin el Espíritu a bordo de esta aventura del alma humana, todo sería ir a la deriva y sin un norte, pues sólo el Espíritu sabe el lugar de regreso a casa, El ya ha estado ahí.

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