octubre 19, 2010

De ti dependen los amores

Sali de viaje este fin de semana. Me sirvió bastante para alejarme de las preocupaciones y de las cosas que intentan distraer mi corazón. Ningún amor que se acerca a mis puertas es lo suficientemente fuerte como el amor de Jesús. No lo digo por afirmar la teología, lo digo de verdad.

Me llaman la atención algunos hombres de mi iglesia, y eso me gusta, es decir, que aumente mi atracción por los hombres es algo bueno. En algún tiempo estuve muy ilusionada con uno de ellos, pero de alguna manera eso ha disminuído, me río con él, hablamos, es muy especial conmigo, pero aún no es suficiente como para que me ponga a pensar el día entero en él.

Aún sigue la atracción por las mujeres, y la que me causa los dolores de cabeza muchas veces es sólo eso, un ligero dolor de cabeza, una atracción que no suscita ilusión, ni mayor entrega, sólo el deseo de ser atractiva para alguien, aceptada, admirada. Pero no, no es suficiente...

Amores (si se les puede llamar así) van y vienen, las transiciones de mi alma no me permiten apegarme demasiado por ahora, ventajosamente, para mí.

En este tiempo de hacer morir la carne ha surgido un amor nuevo por mi Jesús, un amor que sí siento que viene de lo más profundo de mí, no generado por estaciones y vaivenes, un amor de abrir los ojos al despertar, un amor de llevar, un amor sutil pero más real que todo lo que mis vivencias pueden sumar al otro lado de la balanza. No quiero la llegada de otros amores sin antes profundizar en esto maravilloso que siento pasar en mí.


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