mayo 02, 2012

Retiro urbano

Encuentro dondequiera que voy cosas que me hablan de mi conflicto interior, de mi incapacidad de ver para dónde voy. Son tantas que no pude evitar desear un tiempo lejos de las opiniones ajenas y de tanto ruido!

Fue una bendición el espacio privado lejos de la responsabilidad, las redes, las voces demandantes, etc. Fue una bendición aunque noté cuanta falta me hace. No podía estar lejos de todo y de todos, dejar 10 minutos en silencio y ya venían repasos mentales de cosas mal dichas, de listas de chequeo, de obligaciones inconclusas, de discursos de lamento hacia Dios....

Qué difícil es el verdadero silencio. Qué dificil es dejar que el silencio no sea molesto, sino necesario, como un desintoxicante del alma.

Encuentro que últimamente me cuesta disfrutar el presente. Me cuesta disfrutar a Dios por hacer la obra de Dios, me cuesta disfrutarme porque debo encontrarme, me cuesta estar sin respuestas porque necesito respuestas! necesito solucionar mi pasado y necesito saber qué haré en el futuro. Pesado? uff sí, muchísimo.

Sigo sintiéndome atraída por la vida monástica, por aquellos que de alguna manera encontraron un camino mejor en lanzarse del precipicio del mundo con sus fantasías de logro y aceptación, a un fresco mar de silencio, soledad, contacto real, voces susurrantes e inquietantes, fragancias de Dios.  Sigo creyendo que debo de alguna manera incorporar esa disciplina de la soledad y el silencio a mi vida espiritual. Siento que ese es un indicador de camino que me puede ayudar a encontrar el aquí en el que estoy, escuchar mi voz (la acallada, la ensombrecida) y seguir escribiendo mi vida, con la convicción de lo encontrado.

Y aún no sé definir del todo la cosa.... pero soy consciente de que debo darle a mi vida un espacio. Aire puro. Paz. Soledad. Silencio. Oración. Yo. Él.

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