marzo 06, 2011

Habitando en invierno con ansias de primavera

Hablaba con un amigo de la situación actual por la que paso, el dolor de la enfermedad y todo eso, le contaba acerca de la sucesión de cosas que desde hace 2 años me han hecho vivir en un estado cíclico de apatía y dolor.

Él me dijo algo que jamás olvidaré: "Cuando uno vive demasiado tiempo en invierno, es muy complicado creer que alguna vez hubo una primavera, y uno suele acostumbrarse a vivir así"

Nunca se me ocurrió algo como eso. Me agrada hablar con él, porque sus ilustraciones son parecidas a las de Jesús, tan sencillas pero tan profundas, que uno no puede más que identificarse.

Es verdad, vivo en invierno. Ya casi me cuesta creer que puedo esperar algo bueno. Que puedo acercarme y sentir el calor de Dios y Su cercanía. De repente, dejé de luchar contra las situaciones adversas y me acostumbré a ellas, me puse mi chaqueta y mis guantes y me encerré en mi propio espacio.

No es necesario seguir describiendo el invierno. No me basta sino con leer mis viejos posts, para darme cuenta de que ando en una cárcel de "buenos deseos" que se apagan con el temor de enfrentar el frío, y con la costumbre del paisaje glaciar.

No me sorprende ahora que ante la ausencia de calor real, me contente con cobertizos emocionales e intelectuales.

Ansío la primavera, ansío el tiempo en el que El Señor haga realidad promesas de las que apenas me acuerdo, que me de visiones y sueños, que me extienda Sus brazos de amor. Anhelo Su lenguaje conmigo, entenderle en cada sencillo detalle, sonreír y llorar por bobadas, poder levantar mis brazos pesados.

Sé que es posible. Pero como el gigante egoísta del cuento de Oscar Wilde, se me abren dos oportunidades ahora:

1- Responder a la ternura de Jesús. Representado como el niño pequeño, capaz de traspasar un corazón endurecido por el invierno.
2- Romper el muro: Abrir grietas para que la bondad, el amor y la esperanza me toquen adentro. Romper con todo aquello que puede paralizarme.

Es invierno ahora, pero Dios envía Sus rayos, y ante Su presencia, todo puede derretirse. Aún en medio de esta circunstancia.

4 comentarios:

Esmeralda dijo...

Hola, estuve leyendo silenciosamente y lo que he sentido es una atracción que me lleva a escribirte. Tu forma de expresarte fue sufriendo modificaciones, es interesante ver el progreso desde el primer post. Sé que posiblemente no sea el propósito pulirte como escritora o blogger, pero quería que lo supieras. Tus experiencias y el ejercicio de citar a H. Nouwen me son familiares, comparto contigo la admiración por este hombre tan especial. Sigo leyéndote.. Yael

Rougek dijo...

Hola Yael!! bienvenido aquí! Qué grato es recibir un comentario, y aún más uno así.

Me anima mucho lo que dices, de verdad. Es una señal de primavera. Creo que sufrimos transformaciones silenciosas, tan pequeñas que a veces ni nos damos cuenta, y necesitamos que algo como lo que acabas de decir se manifieste. No te conozco aún, pero estoy segura que muchos te observan así igual.

Mi propósito con este blog era tener un lugar para soltar pensamientos reprimidos, para desahogarme, para un montón de cosas que se fueron transformando en una pasión por escribir y por encontrarme a mí misma y a Dios en las palabras. Este proceso se fue dando en medio de sentimientos, angustias, tristezas, etc., Cosas necesarias para ir modificando esquemas de pensamiento, e incluso para identificarlos!.. en fin..

Pienso ahora, que lo que empieza es una nueva forma de dialogar, conmigo misma, con Dios, contigo, y con quien quiera que llegue aquí.

Me agradará seguir compartiendo experiencias contigo, y gustos similares!!...Nouwen es un personaje que admiro tremendamente, y cuyo camino también sigo, pues lo siento cercano a la fragilidad humana, cercano a mi particular fragilidad y a un anhelo siempre creciente por Dios.

Te mando un saludo grande!

Esmeralda dijo...

Nuevamente aquí, gracias por el fedback!! Particularmente en este período de mi vida, valoro el conocer personas que se atreven a ser honestas, genuinas. Resulta desafiante y hasta doloroso el ponernos cara a cara con nuestras heridas, dolores crónicos o el aislamiento que produce vivir en una sociedad que promueve la competencia y la desconfianza que nos sumerge en una deshumanización.
Creo que en la dinámica de ponerle palabras a nuestros sentimientos es que se nos hace mas enriquecedoras y llevaderas nuestras experiencias.

Ahora estoy leyendo "Abriendonos" de H. Nouwen.
Sigo leyendote... ah tambien compartimos el mismo género :)

Rougek dijo...

Disculpa Yael, bienvenida entonces!!

Es particularmente cierto lo que dices. Me llama la atención esto de los "dolores crónicos" pues son en verdad heridas y circunstancias que nos acompañan durante períodos largos y para las que no siempre hay una fácil solución.

No he leído ese libro aún. En las librerías católicas que he visitado no he encontrado los libros por los que quisiera comenzar, entonces me ha tocado por vía web (así pasó con "El regreso del hijo pródigo").

Ahora estoy leyendo "Escritos esenciales" de Thomas Merton, un autor que he comenzado a admirar muchísimo.

Bendiciones!