abril 27, 2010

Proteger las emociones

Hay épocas en las que te vuelves fanático de un autor en particular. En esta etapa de mi caminar en Cristo, me he sentido fuertemente identificada con Henri Nouwen, tanto con su lucha interior como con sus discernimientos espirituales. Hasta ahora sólo he leído "La Voz interior del amor" pero es el mejor aperitivo a su obra, me hace sentir como si no estuviera sola con el tipo de sentimientos que tengo.

Quiero compartir esto porque creo que es de mucha utilidad en este tiempo para mí, por las situaciones que vuelven a aparecer, y creo que también será de mucha utilidad para quién lo lea. Sin más preámbulos aquí va:
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Protege tus emociones

Puede ser desalentador descubrir lo rápidamente que pierdes tu espacio interior. Alguien que ingresa en tu vida puede crear de repente desasosiego y ansiedad en ti. A veces, esta sensacion ya esta alli antes de que la descubras plenamente. Pensabas que eras centrado; pensabas que podias confiar en ti; pensabas que podías estar con Dios. Pero, entonces, alguien que ni siquiera conoces íntimamente te hace sentir inseguro. Te preguntas si te aman o no, y el extraño se convierte en la norma. Asi, empiezas a sentirte desilusionado por tu propia reacción.

No te flageles por tu falta de progreso espiritual. Si lo haces, facilmente te alejaras más y más de tu centro. Te dañarás y harás más difícil el retorno. Evidentemente, es bueno no actuar a partir de emociones repentinas. Pero tampoco tienes que reprimirlas. Puedes reconocerlas y dejarlas pasar. En un cierto sentido, debes protegerlas para que no te transformen en su víctima.

El camino hacia la victoria no pasa por superar tus emociones desalentadoras en forma directa, sino por la Construcción de un sentido mas profundo de seguridad y comodidad y un conocimiento más encarnado de que se te ama profundamente. Entonces, poco a poco, dejaras de darles tanto poder a los extraños.

No te desalientes. Asegurate de que Dios satisfara plenamente todas tus necesidades. Sigue recordando eso. Te ayudara no esperar la satisfacción de las personas que ya sabes incapaces de dártela.

Extraído del libro "La voz interior del amor" Henri Nouwen (énfasis añadido)

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