octubre 20, 2012

Descanso


He hablado sobre esto en el blog algunas veces. Me he sentido cansada, y es precísamente el modo en que elijo descansar el que no me trae el descanso que necesito... qué paradójico! dormir, salir, ver TV, comer lo que quiero, buscar respuestas de Dios, ser juiciosa en mis disciplinas, leer libros con profundas verdades que necesito. etc., nada parece traer un descanso permanente a tanta demanda interior y exterior sobre mi tiempo.  De hecho, el escribir aquí tampoco hace que eso mejore. Tal vez por eso ha sido tan fácil guardar silencio. Es entonces, cuando pienso si es posible otro modo de descanso, y me encuentro con esto:

"Así que todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios. Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo. Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso..." - Hebreos 4:9-11
 Es entrar en el descanso de Dios ese descanso que desconozco y que me intriga experimentar. Es esa expectativa de que Dios que es dueño del tiempo que me otorga, el que hace que haga un uso sabio de él y que repose en Su secreto. Reposar de trabajar, y reposar de mis descansos vanos. El descanso anhelado trasciende el día a día y va hasta el cansancio de la lucha permanente contra lo que aún hay sin resolver en esta, mi vida. Trasciende al deseo y al esfuerzo por querer encontrarlo, y podría ser, tal vez, solamente lanzarme en Sus brazos (aún sin verlos) y esperar que me reciba.

    Uff... cómo deseo eso.

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