noviembre 10, 2011

Mi poema de salvación




"Y si Dios me guardo, es porque nunca cesaste de orar,
esa forma de amarme, te hace madre especial.  
Cada palabra por mi y lagrimas nunca fueron en vano 
Dios escuchó tu oracion y si hoy aqui estoy ... es un milagro"

Tercer cielo, Orar contigo otra vez.



Hoy quiero hablar de mi poema de salvación: Mi madre. De todas las cosas por las que le puedo estar agradecida hay una que las supera a todas: haber orado por mí, y haber consagrado mi vida a Dios. 

En los momentos más oscuros de mi vida, fue ella la que se enteró de una relación que tenía en ese momento con una chica, revisando entre mis cosas, y para ella fue durísimo... cuando llegué a la casa su cara de tristeza me rompió el corazón. No recuerdo que me dijo, pero sí esa cara, y ese dolor que le causó el descubrimiento. 


Sé que quizás como otras historias que he visto por ahí ella pudiese haberme echado de la casa, o pudiese haberme tratado con odio y rechazo pero no. En silencio se puso a orar. Y no fue que yo me diera cuenta de esto, visiblemente, sólo después de convertirme al cristianismo lo entendí. Recuerdo cuando iba a bares de ambiente, y el autoodio me impulsaba a lanzarme al abismo, intentar meterme con cualquiera, y de repente sentía que era como invisible para los que estaban ahí. Cuando intentaba hacer algo sentía  un muro infranqueable que no me dejaba pasar.

Ahora sé que ese fue el poder de la oración. En vez de asignar mi vida y mis comportamientos a Satanás, ella prefirió consagrarme a Dios, de lo que luego me enteré por voz de otra persona, y aunque no fue de la manera que ella esperaba, Dios cumplió su petición.


Cometí muchos errores, e hice cosas de las que me averguenzo, pero creo que sin esa intercesión de parte suya, habría sido peor, tal vez no habría visto o escuchado al Dios que me invitaba a entregarle mi vida. Y aunque ella no es cristiana  la fe que tiene en Dios, a veces me deja perpleja. Ese poder de su oración es de las cosas sobrenaturales por las que tengo que agradecerle a Dios por su vida, por habermela regalado como madre. 


Ahora quisiera devolverle el bien que me hizo, y orar por ella también. Interceder con mi corazón derramado ante el Padre que escucha. Ese será mi mejor regalo.


¡Dios te bendiga madre querida!

2 comentarios:

Luigi dijo...

Impresionante, el poder de una madre que hora, pero no con enojo sino llena de amor y misericordia, gracias por tu valor de compartir esto, me bendijo mucho y se que bendecira a muchas personas mas

Rougek dijo...

Gracias Luigi por tu comentario! ese poder de las madres es una cosa impresionante, es el mismo amor y sufrimiento del Padre-Madre Dios que se conecta con su dolor y las oye...

Creo que muchos de nosotros somos lo que somos gracias a esa fe de ellas en nosotros, y esa renuencia a dejarnos perder.

Dios te bendiga y te guarde, gracias por visitar el blog!