junio 29, 2011

El ministerio de la reconciliación



"Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación." 2 Corintios 5:18

Las cosas que a nosotros nos parecen importantes, para Dios no son más que pasajeras. Lo urgente, el momento que ya pasó. La lógica y el propósito de Dios son cosas que difícilmente podemos comprender nosotros los mortales, sujetos a un cuerpo sufriente y angustiado por lo que ve, vive y siente. 

¿Dónde estoy yo, en medio de tanto sufrimiento? ¿Dónde mis necesidades, mis anhelos y mis sueños? Corro de un lado para otro, cuidando, dando, y corro cansada, vacía. 

¿Será acaso que en la enfermedad de los que amo, Dios hace manifiesto este ministerio de la reconciliación? ¿Será que este ministerio es más importante que cualquier otra cosa ahora?

¿Será que el ministro así mismo es reconciliado con Dios dondequiera que va? Yo creo que sí.

Verdades a las que he intentado huir, se me han manifestado reales y menos dolorosas que en la ficción de mi mente. Recordé a Nouwen cuando decía "Deja que tus heridas lleguen hasta tu corazón, sólo ahí sabrás que no tienen poder para destruirte, tu corazón es más grande que tus heridas". Sí, mi corazón es más grande. Sí, la verdad de Dios es más grande. Y aparece ahí, sublime, necesaria, salvadora.

No tengo todas las respuestas ahora. Si algo sé es que no hay una fórmula única para recetar Verdad, para administrar Salvación. Como siempre, el querido Amor va delante, como una especie de anestésico, que dispone el corazón a la Verdad de Dios, la Verdad que inicia con brazos abiertos.


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