marzo 28, 2011

Los demonios de María Magdalena




Finalizando esta semana mi lectura de Marcos, me encontré con un versículo al que nunca le había prestado atención:

Después que Jesús hubo resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios - Marcos 16:9

Creo que el Espíritu Santo lo resaltó por una buena razón. La verdad es que la hay. En mi caminar en Cristo he experimentado luchas constantes con el mundo espiritual, he tenido visiones desagradables. Recuerdo que en los principios de mi conversión, hubo veces en las que quedaba muda y sin movimiento varias veces. En mi mente al adorar aparecían imágenes provistas de todo menos de inspiraciones celestiales, y en las ministraciones parecía no haber descanso. Una visión en particular me dejó marcada puedo decir que hasta el día de hoy, en la que percibí todo el odio de Satanás hacia mí. El efecto de esta visión fue un intento de suicidio, del que Dios me salvó y del que espero hablar aquí pronto.

En fin, el batallar con las tinieblas ha sido una constante en mi camino de cristiana, y debo admitir que ha sido una de las principales razones por las que me he cerrado a buscar a Dios, a adorarle con fuerzas, a iniciar ministraciones de sanidad de nuevo, entre otras cosas. Ha sido una agonía que he calmado con distancia y enterrando dolores.

Esta semana me topé de nuevo con este tipo de experiencias debido a que estoy haciendo el intento de romper con ese yugo mediante ministraciones. Experimenté sueños pesados a nivel espiritual, y manipulación inconsciente de mi cuerpo durante el sueño, así como mil interrupciones para asistir a la ministración, a la que finalmente llegué tarde, o mejor dicho, no llegué.

No tengo que enfatizar en que entré en un nuevo ciclo de decepción y desánimo, el corre corre de mi cuerpo y de mi mente por buscarse salidas se vió de nuevo truncado por coincidencias, pero también por ataques de quién NO quiere mi bien.

Luego de la larga introducción, y de porqué el Espíritu Santo me guió hacia ese versículo, me quedo pensando: ¿Por qué Jesús no se le apareció a los discípulos primero?, ¿Por qué primero a ella? ¿Siete demonios?

Tuve la oportunidad de preguntarle estas cosas a un teólogo y me dijo cosas bien interesantes. María Madgalena no es la misma mujer sorprendida en adulterio. El número siete en el judaísmo representa perfección o totalidad, lo que quiere decir que ella tenía todos los demonios posibles. Así como a Pedro se le dice que perdone setenta veces siete, quiere decir que llegue a perfeccionarse en el perdonar.

Me detendré en el significado numérico. Si en María Magdalena Jesús hizo una obra de liberación de una totalidad de demonios -siete- (Lc 8:2) esto quiere decir que en mí también lo puede hacer. Sé que parece algo tonto, dado que lo que se nos enseña es que en el nombre de Jesús huirán demonios, pero pienso que al menos yo, que lo he intentado, no he encontrado un alivio duradero ni durante, ni después de las ministraciones. No digo que no lo haya habido, sino que al parecer, aún quedan marcas -manchas- en los momentos en que Dios es revelado, y que me hacen pensar que no podré librarme.

¿Cómo librarse entonces de una totalidad de demonios?, creo que también con perfección, con un encuentro con  el perfecto liberador de mi vida. Con quién resucitó de la tumba y me dió el privilegio de verle primero. Resucitar es vivir en un estado redimido de la imperfección. Permitirle que vaya delante de mí (Is 45:2-3), adentrarme en ese viaje con Él. Dejar de correr en lo externo y dar pequeños pasos hacia mi interior, confiando en la plenitud de Su poder de resurrección.

No tengo todas las respuestas aún, pero puedo esperar y buscarle para que se manifieste. Puedo ir al lugar donde dicen que ha muerto, que ya no puede obrar, que está enterrado. Puedo esperar para que se corra la piedra de temor e incredulidad en mi corazón y verle aparecer. Puedo anhelar que resucite para mí.

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