agosto 19, 2010

Excusas

Hoy pienso en las veces en que he puesto mis razones por encima de lo que Dios desea para mí, de las veces en que me habla de lo mismo, y yo lo sé y estudio sobre eso y pienso y reflexiono pero aún así sigo evitando esforzarme para cambiar.

Excusas! seguiré así por siempre? pretenderé que todo es culpa de otros, de mi pasado, de mis chichones? no quiero seguir igual. Si tengo dudas, si tengo luchas, no es acaso Dios el único que puede ayudarme? no es acaso Dios quien se revela como es, y por eso le conozco, le amo y le sigo?

Me avergüenzo de mis propios complejos, de querer compararme con otros que sí, tienen una espiritualidad diferente y un modo de pensar diferente al mío, pero caramba... lo desarrollan! yo en cambio armo castillos conceptuales de un Dios al que conozco en la distancia y todo lo que sale de mí... soy yo y nada más! mi egocentrismo, mi mediocridad, mi falta de esencia.

Hasta cuándo! Hay una vida por conquistar y es cierto que esa vida se conquista con las decisiones diarias que hacemos, incluso las decisiones minuto a minuto. No podemos desanimarnos por ver pocos avances en hábitos y patrones de pensamiento que hemos construído a lo largo de los años... pero podemos recordar que junto a nosotros está El Maestro de nuestra vida, que anhela enseñarnos, discipularnos, darle solidez, raíz y fruto a nuestra vida.

Me gustan las artes marciales. Fuera de lo nocivo que se puede pensar a nivel espiritual en el medio cristiano, pienso que tiene mucho mérito el tener una disciplina que ayude a generar autocontrol, y que hable de los buenos valores del luchador. Puedo pensar que Dios ahora es ese Maestro que contínuamente enseña y pule todo aquello tosco de nuestro carácter si le permitimos que hable a nuestra vida, y que trate con nosotros. Él no desea vernos igual, pero es todo decisión de nosotros, hacer espacio en nuestro corazón y nuestra vida para que Él nos transforme desde adentro.

Una frase de Karate kid 3 que me gusta mucho es esta:

Mr. Miyagi: Está bien perder contra el oponente, pero no contra el miedo.

Aunque en el camino haya momentos difíciles y el entrenamiento sea de morir y renunciar, de volver a acondicionar el cuerpo espiritual, es preferible eso a por miedo o desaliento no hacer nada, y así rechazar el poder de la Sangre que Jesús murió para darnos. Su sacrificio no puede recibir de parte nuestra la autocomplacencia y la pereza... nuestras excusas.

Tenemos un Rey y un Maestro al cual honrar... demos la pelea!

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