abril 06, 2015

Un "martillazo" de vuelta

Siempre dije que volvería a este sitio cuando realmente sintiera ganas de decir algo. Literalmente cuando un martillazo al estilo del mesías del libro de Richard Bach, me golpeara de repente.... bueno ha pasado. Sin duda que este tiempo de mi vida podría catalogarlo como un tiempo de hacer y vivir antes que de pensar y reflexionar en muchas cosas. Tal vez por eso no había vuelto.

No porque no hayan pasado mil y mil cosas que valdría la pena narrar, sino porque hasta ahora se tejen en una suerte de tapiz que ni yo misma logro entender. Me motivó hoy la horrible monotonía de estar sin música en mi sitio de trabajo a prender de nuevo la laptop y oxigenarme un rato. Es extraño lo que pasa cuando te absorbe la rutina, te aplaca y llegas a acostumbrarte a ella... pero no es todo lo que hay.

Es evidente que llevo siglos sin venir -sigo dando rodeos para llegar al punto- es necesario que traiga a colación lo que me trajo aquí. Un escrito de uno de esos amigos conocidos en mi blog, que me hubiese encantado conocer. Y ya, aquí va:

“ A pesar de mis muchas oraciones, mis períodos de retiro, y el consejo de muchos amigos, consejeros y confesores, he cambiado muy poco, si es que algo he cambiado, en mi búsqueda de paz y unidad interior. Soy la misma persona inquieta, nerviosa, intensa, distraída e impulsiva que era cuando comencé este viaje espiritual. A veces, esta obvia falta de madurez interna me deprime mientras estoy llegando a mis años “maduros”.
Pero tengo una fuente de consuelo. Más que nunca, deseo proclamar “las riquezas inconmensurables de Cristo” y echar luz “sobre el trabajo interno del misterio mantenido oculto en Dios, a través de los tiempos”. Este deseo se ha vuelto más intenso y urgente. Quiero hablar de las riquezas de Cristo mucho más que cuando fui ordenado en 1957. Quiero, realmente, hablar alto y claro acerca de las riquezas de Cristo. Lo quiero hacer simple, directa, claramente, y con una convicción profundamente personal. Aquí siento que algo ha crecido en mí. Aquí tengo la sensación de que no soy la misma persona que fui hace veintinueve años”.
                                                                              Henri Nouwen. 24 de enero de 1986.

 No puedo identificarme más con mi amigo Henri, ante situaciones de la vida suelo encontrar grietas y debilidades latentes que se activan por momentos, fallo y debo volver a tomar aire para levantarme. Sin embargo, son las preguntas que recibo, las que con sus respuestas me muestran la senda que he recorrido: tropiezos, incertidumbres, anhelos, desilusiones...momentos de luz, fortaleza sacada de debilidad. Obras que casi podría decir que se forman en lo oculto (aún para mis propios ojos) que son solo evidentes en la realidad a la que ahora me enfrento.

La pasión por proclamar el mensaje de Cristo es algo que sin duda ha marcado este primer trimestre del año y algo que ha puesto un hito frente una serie de puntos invisibles e imperceptibles que me trajeron aquí. Es la urgencia de lo que hago ahora, la gente con la que trato, el dolor que emerge al escuchar, la que provoca que salga a flote todo eso que el Señor en su profundo amor, ha venido tejiendo en mí. Es allí donde me doy cuenta que no soy la misma persona de hace unos años atrás. Y eso, junto con la coincidencial celebración de Pascua, me llena de esperanza. En Cristo todo tiene un sentido. Y no se trata de mí. Eso me hace feliz. Ha valido la pena el sacrificio, las mil y un muertes, y todo lo demás. Y valdrá la pena lo que venga por delante. Lo sé.

Gracias amigo Henri,
Infinitas gracias amado Cristo.
Amén
Hasta una próxima.



No hay comentarios: